Hoy,
después de muchas batallas sigo aquí, sonriéndole a la vida y estoy planeando
descansar un poco más que ayer, pues el fin de semana me sentí muy incómoda.
Tuve que levantarme al baño más de lo usual. Afortunadamente no tengo dolor,
solo molestia por no poder dormir lo suficiente. Aun así, no me voy a quejar,
pues hoy mamá tocó mi oreja, como siempre lo hace cuando quiere hacerme saber
que todo va a estar bien.
Hoy
cuando desperté, mamá me llevó al patio y por primera vez en muchas semanas,
fue divertido revolcarse en un poco de pasto, la nieve comienza a desaparecer finalmente y
el pasto abre su paso. No hay nada mejor que ver pasar al invierno y sentir la
primavera y hoy tengo esa sensación, ¡el mismo gozo que he sentido por tantos
años!, y sentí el sol… ¡mamá dice que es posible ver los brotes de las plantas
que sembramos durante el otoño!
Hace
un año los vecinos se detenían a mirar nuestro jardín, el cual llenamos de
flores durante el otoño con la esperanza de mirarles florecer en la primavera.
Hoy espero con ansia ese ciclo de vida y de luz que tanto nos llena de energía.
Hoy
he decidido que la vida es un suspiro lleno de sol, relleno de amor y empastado
con los abrazos de quienes tanto queremos, por eso me da gusto cuando papá
vuelve del trabajo y me da un abrazo, o cuando mamá me limpia la boca después
de comer. La vida está hecha de esos momentos, y los momentos se revuelcan en emociones.
Hoy
he decidido que no es un buen día para morir, a pesar de los doctores, hoy no
me quiero marchar. Hoy dormiré plácidamente sobre mi camita, debajo del
escritorio de mamá y esperaré con ansia mi cena, y mañana cumpliré con gusto mi
labor de ayudar a que la nieve se deshaga, porque mamá me ha dicho que quizá
para el fin de semana podremos salir a caminar, todos juntos y hoy, eso me hace
feliz.
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