Cuando mamá saca las maletas y comienza a poner cosas en ellas, es que algo va a suceder. A veces eso significa que alguien más nos va a cuidar y en ocasiones, significa que iniciaremos una aventura…
Mamá se detiene a momentos en medio de la sala como pensando, busca
algo y lo arroja a la maleta sin mucho cuidado, repasa su lista mental y luego
se sienta de nuevo para intentar concentrarse.
Cuando papá regresa a casa, ambos repasan nuevamente la lista y al
otro día mamá busca cosas de aquí y allá. Esta vez me preguntó que juguetes
prefería y cuando elegimos, los tomó junto a Piggy y los llevó a todos a la
lavadora, eso quería decir que iríamos con ellos a donde sea que estaban planeado.
Esa mañana todo estaba listo, salimos a caminar y desayunamos como
siempre, pero mamá y papá comenzaron a repasar nuevamente la lista ¿qué es
aquello que no podemos olvidar?, mamá dijo: la insulina de Bubu, las jeringas y
la comida para ellos… ¡si, no había duda!, iríamos con ellos.
Yo fui el primero que subió al auto, luego pusieron a Bubu a mi lado. Papá
se declaró capitán de la nave y toda la tripulación debía obedecer sus ordenes,
pues tenía la misión de llevar a la nave y toda la tripulación por buen camino.
Pude ver como puso la información de nuestro destino en la computadora
de la nave, decía Austin… le dije a mamá que nunca había olido esa calle, que no
podría cumplir mi cargo de jefe de operaciones, pero papá dijo que estaba
relevado de mi cargo y que podía considerarme en vacaciones, que ésta vez él se
haría cargo de llevarnos a nuestro destino.
A ratos escuchábamos música, mamá tomó algunas fotos del camino, a
ratos todos platicábamos. ¡Creo que es fabuloso que toda la tripulación sean
tan buenos amigos porque eso hace más fácil cualquier aventura!.
Cuando se le ponía combustible a la nave, aprovechábamos para estirar
las patitas, lo cual es muy apreciado cuando el camino es tan largo. El primer día navegamos
durante poco más de 10 horas, nuestra
primera parada estaba en una ciudad en Oklahoma. Poco antes de llegar, la nave
cayó en un agujero que había en el camino y aunque el capitán no perdió el
control, estaba preocupado por el posible daño.
Cuando llegamos a nuestra
primera parada, papá revisó la llanta, la cual tenía una burbuja, por lo que reunió
a todos y nos explicó las opciones: buscar a alguien que nos cambiara la llanta
en esa ciudad, pero era día festivo y no había mucha esperanza en esa opción.
Lo otro era navegar con la nave dañada, encomendarse a Dios y llegar a nuestro
destino, donde sin duda tendríamos ayuda.
Si la llanta finalmente cedía a la presión, había el riesgo de perder
el control de la nave, por lo que todos debíamos estar preparados para una
colisión.
Afortunadamente, nada sucedió y el hotel en el que aterrizamos estaba
muy bonito y con una buena área para cumplir misiones, amigable con las
mascotas, así que sin protestar, cenamos y descansamos, pues al siguiente día
debíamos levantarnos temprano a continuar la marcha.
Al otro día, rezamos antes de comenzar el viaje, por primera vez, nos movíamos
más lento que el resto de los autos, pero llegamos con bien a nuestro destino,
pudimos ver los inmensos y casi interminables dobles pisos en Dallas, ¡se ve
que les gustan los autos!. Un rato después llegamos al final del camino ¡que
gusto recibir el abrazo de la familia!.
La nave fue reparada, disfrutamos mucho de nuestra estancia y tres
días después emprendimos el regreso a casa, un poco tristes por dejar a quien
tanto cariño nos brindó mientras estuvimos de visita. Agradecimos a nuestro
primo Benji por dejarnos estar en su casa.
La ciudad en la que estuvimos tiene muchos árboles y es posible encontrar flores y pájaros negros, !hay palmeras y cactus!. Aun cuando baja la temperatura, no hace tanto frio como en casa. Hay mucho espacio para caminar y cumplir misiones. !Sin duda un lugar al que vale la pena visitar!.
Durante el regreso, nos movíamos más rápido que muchos autos, razón
por la cual papá es el mejor capitán del mundo.
En el camino nos cubrió una densa neblina, ¡tan densa que no podíamos vernos
la nariz!, mamá como copiloto, preguntó si no era mejor detenernos, pero
gracias a la pericia del capitán este ordenó la marcha, pues es más peligroso
detenerse y dejar que un auto nos pegue por que no es posible ver nuestras
luces, así que continuamos, aunque declararon medidas extremas de seguridad, que
implican estar preparados para colisión en cualquier momento, por lo que hay
que apoyar muy bien las patitas y yo debo sentarme frente a Bubu, para evitar
que ella se caiga del asiento. En un momento papá nos preguntó si habíamos
visto un par de venados a un lado del camino,
y después encontraron un par de mapaches, eso es lo que puede provocar
una colisión inesperada y no deseada.
En la última parada antes de llegar a casa, mamá fue relevada de su
cargo pues tendremos un nuevo copiloto. El copiloto es nuestro amigo, uno muy
especial porque nos deja estar en su regazo cuando viene a casa y nos ha
ayudado cuando le necesitamos, por eso siempre tiene un lugar especial entre
nosotros.
Estiramos un poco las patitas cuando visitamos su casa y nos
preparamos todo para navegar las últimas horas, que fueron muy agradables. Nos
detuvimos a comer y estirar las patitas en un punto en Iowa y luego subimos de nuevo al auto,
deseando llegar a casa para descansar.
Sin duda, cuando hay un buen líder que sabe comprender y escuchar a la
tripulación, así como un buen ambiente de camaradería entre todo el equipo, los
viajes se vuelven inolvidables.
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