jueves, 12 de diciembre de 2013

Capitán y tripulantes


Cuando mamá saca las maletas y comienza a poner cosas en ellas, es que algo va a suceder. A veces eso significa que alguien más nos va a cuidar y en ocasiones, significa que iniciaremos una aventura…

Mamá se detiene a momentos en medio de la sala como pensando, busca algo y lo arroja a la maleta sin mucho cuidado, repasa su lista mental y luego se sienta de nuevo para intentar concentrarse.

Cuando papá regresa a casa, ambos repasan nuevamente la lista y al otro día mamá busca cosas de aquí y allá. Esta vez me preguntó que juguetes prefería y cuando elegimos, los tomó junto a Piggy y los llevó a todos a la lavadora, eso quería decir que iríamos con ellos a donde sea que estaban planeado.

Esa mañana todo estaba listo, salimos a caminar y desayunamos como siempre, pero mamá y papá comenzaron a repasar nuevamente la lista ¿qué es aquello que no podemos olvidar?, mamá dijo: la insulina de Bubu, las jeringas y la comida para ellos… ¡si, no había duda!, iríamos con ellos.

Yo fui el primero que subió al auto, luego pusieron a Bubu a mi lado. Papá se declaró capitán de la nave y toda la tripulación debía obedecer sus ordenes, pues tenía la misión de llevar a la nave y toda la tripulación por buen camino.

Pude ver como puso la información de nuestro destino en la computadora de la nave,  decía Austin… le dije a mamá que nunca había olido esa calle, que no podría cumplir mi cargo de jefe de operaciones, pero papá dijo que estaba relevado de mi cargo y que podía considerarme en vacaciones, que ésta vez él se haría cargo de llevarnos a nuestro destino.

A ratos escuchábamos música, mamá tomó algunas fotos del camino, a ratos todos platicábamos. ¡Creo que es fabuloso que toda la tripulación sean tan buenos amigos porque eso hace más fácil cualquier aventura!.


Cuando se le ponía combustible a la nave, aprovechábamos para estirar las patitas, lo cual es muy apreciado cuando  el camino es tan largo. El primer día navegamos durante poco más de 10 horas,  nuestra primera parada estaba en una ciudad en Oklahoma. Poco antes de llegar, la nave cayó en un agujero que había en el camino y aunque el capitán no perdió el control, estaba preocupado por el posible daño.

 Cuando llegamos a nuestra primera parada, papá revisó la llanta, la cual tenía una burbuja, por lo que reunió a todos y nos explicó las opciones: buscar a alguien que nos cambiara la llanta en esa ciudad, pero era día festivo y no había mucha esperanza en esa opción. Lo otro era navegar con la nave dañada, encomendarse a Dios y llegar a nuestro destino, donde sin duda tendríamos ayuda.

Si la llanta finalmente cedía a la presión, había el riesgo de perder el control de la nave, por lo que todos debíamos estar preparados para una colisión.

Afortunadamente, nada sucedió y el hotel en el que aterrizamos estaba muy bonito y con una buena área para cumplir misiones, amigable con las mascotas, así que sin protestar, cenamos y descansamos, pues al siguiente día debíamos levantarnos temprano a continuar la marcha.

Al otro día, rezamos antes de comenzar el viaje, por primera vez, nos movíamos más lento que el resto de los autos, pero llegamos con bien a nuestro destino, pudimos ver los inmensos y casi interminables dobles pisos en Dallas, ¡se ve que les gustan los autos!. Un rato después llegamos al final del camino ¡que gusto recibir el abrazo de la familia!.

La nave fue reparada, disfrutamos mucho de nuestra estancia y tres días después emprendimos el regreso a casa, un poco tristes por dejar a quien tanto cariño nos brindó mientras estuvimos de visita. Agradecimos a nuestro primo Benji por dejarnos estar en su casa.

La ciudad en la que estuvimos tiene muchos árboles y es posible encontrar flores y pájaros negros, !hay palmeras y cactus!. Aun cuando baja la temperatura, no hace tanto frio como en casa. Hay mucho espacio para caminar y cumplir misiones. !Sin duda un lugar al que vale la pena visitar!.

Durante el regreso, nos movíamos más rápido que muchos autos, razón por la cual papá es el mejor capitán del mundo.

En el camino nos cubrió una densa neblina, ¡tan densa que no podíamos vernos la nariz!, mamá como copiloto, preguntó si no era mejor detenernos, pero gracias a la pericia del capitán este ordenó la marcha, pues es más peligroso detenerse y dejar que un auto nos pegue por que no es posible ver nuestras luces, así que continuamos, aunque declararon medidas extremas de seguridad, que implican estar preparados para colisión en cualquier momento, por lo que hay que apoyar muy bien las patitas y yo debo sentarme frente a Bubu, para evitar que ella se caiga del asiento. En un momento papá nos preguntó si habíamos visto un par de venados a un lado del camino,  y después encontraron un par de mapaches, eso es lo que puede provocar una colisión inesperada y  no deseada.

En la última parada antes de llegar a casa, mamá fue relevada de su cargo pues tendremos un nuevo copiloto. El copiloto es nuestro amigo, uno muy especial porque nos deja estar en su regazo cuando viene a casa y nos ha ayudado cuando le necesitamos, por eso siempre tiene un lugar especial entre nosotros.

Estiramos un poco las patitas cuando visitamos su casa y nos preparamos todo para navegar las últimas horas, que fueron muy agradables. Nos detuvimos a comer y estirar las patitas en un punto en  Iowa y luego subimos de nuevo al auto, deseando llegar a casa para descansar.

Sin duda, cuando hay un buen líder que sabe comprender y escuchar a la tripulación, así como un buen ambiente de camaradería entre todo el equipo, los viajes se vuelven inolvidables.

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