En unos días voy a cumplir 13 años. En
contra de todos los pronósticos, en contra de las ideas médicas, he roto todos
las expectativas de vida para un perrito que ha tenido que pasar por tantos
médicos.
Es cierto que debido a la diabetes perdí
el derecho de celebrar mi cumpleaños con un pastel de zanahoria como alguna vez
lo hice, pero es mejor tener unas cuantas zanahorias al día y saber que al día
siguiente podré comer más.
Gane el título de “perrito de la tercera
edad”, no me enteré que había algo como primera edad y segunda, pero espero
llegar a la cuarta y la quinta… y la sexta…
Ya no corro tras los autos o los gansos,
pero ahora disfruto de los poquitos pasos que mis patitas me regalan. Después
de todo de lo bueno poco, ¿no?.
Disfruto mucho de los días en que salimos
a cuidar el jardín, aunque ya comienza a cambiar el clima, ¡hoy por la mañana
extrañe mi suéter!, pero eso anuncia que la nieve está por llegar y ¡todo se va
a pintar de blanco!, pero podré esconderme entre la nieve por unos días.
La vida sigue su paso, y yo sigo en el
tren, feliz de tener tantos cuidados, sin reclamos ni pretextos, porque solo
tenemos una vida, así que no hay tiempo para lamentarse de los malos días. Como
mamá me ha enseñado, hay que vivir los días malos y sobrevivir a los peores,
para poder gozar los buenos, de eso se trata esto de vivir, eso me da el
derecho de decir que ¡Soy una perrita feliz!
Es cierto que no veo ni oigo la vida, pero huelo el dulce aroma del desayuno, las flores y la presencia de mi familia, eso nadie me lo puede quitar!
Algunos dicen que el 13 es de mala suerte,
pero yo lo voy a hacer ¡EXTRAORDINARIO!
¡GRACIAS VIDA por darme un cumpleaños
más!
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