El sábado pasado pintamos de colores varios
huevos. Mamá juntó cascarones durante varios días que vacío y limpió con todo
cuidado porque quería que tuviéramos un adorno en la mesa del comedor, pues los
huevos que se pintan deben estar cocidos y no duran mucho tiempo a temperatura
ambiente.
Cuando terminamos de pintar los huevos, mamá
trajo de mi recámara una conejita de peluche que mi abuelita de México nos dio
hace muchos años, la cual me cuida por la noche. Nuestro arreglo quedó muy
bonito pero entonces le pregunté a Champy que era eso de un conejo de Pascua,
porque en México nosotros no tenemos algo así.
Champy dijo que no estaba seguro, solo pudo
decirme que es un conejo que trae dulces a los niños y que se relaciona con la
primavera y cuando le pregunté a papá dijo que seguramente hay una historia que
explique todo, así que hoy buscamos en Google la historia del conejo de Pascua:
Al conejo de Pascua también se le conoce como
el conejito de la primavera aquí en los Estados Unidos y según la leyenda, trae
canastas llenas de huevos de colores y dulces a los niños.
Se mencionó por primera vez en la obra de Georg
Franck von Frankenau titulada acerca de
los huevos de Pascua que se refiere a una tradición Alsacia de una liebre
que trae huevos de Pascua.
La historia cuenta que cuando pusieron a Jesús
en su sepulcro, había dentro de la cueva un conejito escondido, pues estaba muy
asustado y veía como toda la gente entraba a llorar al ver a Jesús muerto. El conejito
se quedó ahí muy atento a ese cuerpo que inerte atraía tanta atención, y miró
como pusieron la piedra que cubría su cuerpo pero no podía dejar de mirar ese
cuerpo inmóvil, ¡hasta que algo sorprendente sucedió!, Jesús se levantó y dobló
las sábanas con que habían cubierto su cuerpo
y entonces el conejito comprendió que esa persona era el hijo de Dios y
cuando salió de su sorpresa, decidió
avisarle al mundo que no había porque llorar, pues Jesús había resucitado.
El asunto es que al igual que los Champys y las
Bubus, los conejos no pueden hablar, por lo que se le ocurrió que si llevaba un huevo pintado la gente, todos comprenderían
ese mensaje como algo alegre y lleno de vida y así lo hizo.
Es por eso que cada Domingo de Pascua el conejito
deja huevos de colores en todas las casas para recordar al mundo que Jesús
resucitó y que hay que vivir alegres.
Eso fue lo que aprendimos y no es muy distinto
de la alegría que para todos representa el saber a Jesús en los corazones de la
gente que cree en él, y llena de gozo al alma.
¡Felices Pascuas a todos, donde sea que se
encuentren!
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