Creo que ha llegado el momento de pedir a Champy que sea mi compañero de esta aventura literaria.
Después de todo él puede complementar el cómo yo veo la vida, porque
él puede ver, oír y correr. ¡A veces hasta desobedecer a mamá!.
El día de
hoy queremos contarles un evento extraordinario, que muy pocos logran ver y
menos compartir… ¡vimos copos de nieve!.
Cuando
salimos esa mañana ha cumplir nuestra misión, el suelo estaba frio por la nieve pero mis patitas se hundieron más de
lo usual comparado con los días anteriores… eso es porque la nieve
cubría más de lo que nuestras esporádicas nevadas habían hecho hasta entonces.
Bubu nunca lo ha dicho pero la nieve brilla
cuando la luz la roza, y cuando hace viento, éste arrastra la nieve y se le ve
volar. Además cubre los árboles de forma caprichosa y las ardillas producen
tormentas de nieve artificiales cuando corren entre los árboles.
Es cierto
que hemos visto la nieve antes, pero esa mañana por alguna razón mamá podía ver
los copos de nieve sobre su chaqueta.
Creo que la idea surgió unos días antes.
Después de cenar, mamá y yo nos sentamos a
leer y ella encontró un artículo de un científico explicando cómo fotografiar
copos de nieve. Mamá compartió el artículo con papá, pero me dijo que quizá esa
era una tarea que nosotros no podríamos hacer, a pesar de la potencia de su
lente.
Esa mañana,
la nieve caía suave sobre nosotros, a pesar de todo nuestro equipo anti nieve,
la podíamos sentir sobre nuestras cabezas y Bubu se veía chistosa cubierta de
nieve, pero de repente mamá nos dijo: chicos, creo que puedo ver los copos de
nieve, corramos a casa por la cámara.
Apuramos
nuestra misión y corrimos a casa. En cuanto mamá entró a la casa los copos desaparecieron
de su chaqueta, yo me apuré a correr arriba y mamá subió a Bubu, secó nuestras
patitas y nos quitó los abrigos. Tomó su cámara y salió por un rato.
Cuando
regresó nos dio de desayunar. Yo le pregunté a Champy si mamá lo había logrado
pero al parecer se estaba ocupando de nosotros, pero en cuanto terminamos de
desayunar, se sentó en su escritorio y comenzó a trabajar.
Tomó con
cuidado la memoria de la cámara, la noté un poco ansiosa por ver el resultado
de su trabajo. Copió las fotos pero yo solo podía ver todo en azul. Cuando las
pudo ver en grande, el monitor reveló que nada es imposible cuando te lo
propones.
Aun cuando
no eran perfectas las fotos, ¡es posible ver los copos de nieve!.
Todos nos
abrazamos pues todos estos años hemos sido los asistentes de mamá cuando toma
fotos. Habíamos hecho un buen trabajo y lo hicimos genial, porque dos minutos después
de que mamá regresó dejo de nevar.
Ahora
esperamos otra oportunidad para intentarlo de nuevo. Es como guardar algo tan valioso
como un beso, porque cada copo de nieve es único e irrepetible, igual que los
seres humanos o los perros.
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