viernes, 8 de febrero de 2013

Los copos de nieve


Creo que ha llegado el momento de pedir a Champy que sea mi compañero de esta aventura literaria. 

Después de todo él puede complementar el cómo yo veo la vida, porque él puede ver, oír y correr. ¡A veces hasta desobedecer a mamá!.


El día de hoy queremos contarles un evento extraordinario, que muy pocos logran ver y menos compartir… ¡vimos copos de nieve!.


Cuando salimos esa mañana ha cumplir nuestra misión, el suelo estaba frio por la nieve pero mis patitas se hundieron más de lo usual comparado con los días anteriores… eso es porque la nieve cubría más de lo que nuestras esporádicas nevadas habían hecho hasta entonces.


 Bubu nunca lo ha dicho pero la nieve brilla cuando la luz la roza, y cuando hace viento, éste arrastra la nieve y se le ve volar. Además cubre los árboles de forma caprichosa y las ardillas producen tormentas de nieve artificiales cuando corren entre los árboles.


Es cierto que hemos visto la nieve antes, pero esa mañana por alguna razón mamá podía ver los copos de nieve sobre su chaqueta. 


Creo que la idea surgió unos días antes.   
                                  

 Después de cenar, mamá y yo nos sentamos a leer y ella encontró un artículo de un científico explicando cómo fotografiar copos de nieve. Mamá compartió el artículo con papá, pero me dijo que quizá esa era una tarea que nosotros no podríamos hacer, a pesar de la potencia de su lente.


Esa mañana, la nieve caía suave sobre nosotros, a pesar de todo nuestro equipo anti nieve, la podíamos sentir sobre nuestras cabezas y Bubu se veía chistosa cubierta de nieve, pero de repente mamá nos dijo: chicos, creo que puedo ver los copos de nieve, corramos a casa por la cámara.


Apuramos nuestra misión y corrimos a casa. En cuanto mamá entró a la casa los copos desaparecieron de su chaqueta, yo me apuré a correr arriba y mamá subió a Bubu, secó nuestras patitas y nos quitó los abrigos. Tomó su cámara y salió por un rato.


Cuando regresó nos dio de desayunar. Yo le pregunté a Champy si mamá lo había logrado pero al parecer se estaba ocupando de nosotros, pero en cuanto terminamos de desayunar, se sentó en su escritorio y comenzó a trabajar.


Tomó con cuidado la memoria de la cámara, la noté un poco ansiosa por ver el resultado de su trabajo. Copió las fotos pero yo solo podía ver todo en azul. Cuando las pudo ver en grande, el monitor reveló que nada es imposible cuando te lo propones. 


Aun cuando no eran perfectas las fotos, ¡es posible ver los copos de nieve!.


Todos nos abrazamos pues todos estos años hemos sido los asistentes de mamá cuando toma fotos. Habíamos hecho un buen trabajo y lo hicimos genial, porque dos minutos después de que mamá regresó  dejo de nevar. 


Ahora esperamos otra oportunidad para intentarlo de nuevo. Es como guardar algo tan valioso como un beso, porque cada copo de nieve es único e irrepetible, igual que los seres humanos o los perros.

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