¡Aquí voy de nuevo!, cuando no me da un ataque de tos, dejo de
comer, y me encuentro de nuevo entre doctores y procedimientos que incluyen
toda clase de agujas.
La semana pasada después de un ataque de
tos, un doctor dijo que mis problemas se deben a mi edad, y ¡no la culpo!, un
día tengo estos síntomas y mañana encuentro otros tirados en la calle y los
pongo en mi bolsita de achaques.
Ayer, me senté de nuevo en la sala de
espera con mamá y papá en un hospital elegante y me vio una doctora que ya me
había visto antes. Esta vez, el viaje fue porque no quiero comer. ¿Qué parte de
no tengo hambre es el problema?, no siempre tiene uno ganas de zanahorias o de
esto y lo otro.
A
pesar de todo, con mamá no juego y ella pacientemente me ha
dado de comer en la boca. Pero, ¡no es la primera vez que me encuentro
en ese
nivel de energía!, pero nadie quiso tomar riesgos y aquí estoy de nuevo,
buscando la pastilla mágica que me haga comer, intentando hacer las
preguntas correctas, con números y números que miden mis niveles de
azúcar.
Pareció interminable el tiempo que la
doctora habló con mis papás… chuparon mi sangre, me llevaron de un lado para
otro, y luego tomaron un papel y la doctora habló con otra persona, y luego…
entró a la habitación y comenzó a hablar de valores y números… parece que mis
papis ya habían escuchado el discurso, porque sentí como su energía decayó…
después de un rato enterraron otra aguja en mi espalda y me dieron agua… ¡soy
una niña grande, puedo beber por mi misma!.
Posible daño renal… ¿qué dijo?, ¡sólo
tengo un riñón y lo he cuidado bien!... más pruebas al día siguiente,
medicamentos… me tendrán que dar agua por la espalda todos los días… y todo
porque he estado cansada y no quiero comer…
Algo similar pasó con Benny, le daban
agua todos los días y una medicina que odiaba. Lo tacleaban y luego le abrían
la boca, y él escupía todo.
Yo
he logrado llevar a un nuevo nivel el
arte de escupir la comida… la huelo y luego la empujo con el morro: ¡no
quiero,
gracias!... luego llega otro olor, y vuelvo a hacer lo mismo: ¡no, no me
gusta ésto tampoco!... luego otra cosa, hasta que mamá me abre la boca y
me hace
tragar una comida con muchas vitaminas…
No, no es que quiera bajar de peso,
simplemente no quiero comer. La doctora dijo que se debe a mi riñón. Sentí la
tristeza de mamá y papá… cuando regresamos a casa, Champy se acercó a mi para
darme apoyo… estaré tomando pastillas y luego harán más pruebas… más agujas…
Si
eso me da más tiempo con mi hermano,
lo voy a aceptar… después de todo, la vida debe tomarse con ambas manos y
apretarla fuerte, ¡sólo tenemos una!… aunque ya estoy cansada de
doctores y
procedimientos, no me voy a quejar… Prometí estar aquí por toda la vida,
así que tendré que disfrutar más aventuras para compartir.
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