Aun cuando no
hacía falta una confirmación científica, el antropólogo Brian Hare de la
Universidad de Duke ha dedicado su vida al Centro de Cognición Canina que estudia la relación entre la conducta
social y la cognición en animales, y dice que las habilidades caninas se deben
a nuestra flexibilidad mental. Pero tiene un toque de bondad, pues dice que la
ciencia está más sorprendida que nuestros dueños, por que cualquiera que haya
tenido a un perro a su lado, habrá comprendido nuestra inmensa necesidad de
aprender y de amar por parte de nuestra especie.
Pero eso no es
sorpresa, pues hay algunos camaradas que han aprendido a cuidar de los humanos,
como los perros que trabajan siendo lazarillo y les prodigan cuidados y amor a
las personas con debilidad visual, y existen más de una historia donde hemos
caminado muchas millas o esperado por días para el encuentro de quienes nos
aman.
El Doctor Hare
tiene tres hipótesis para explicar nuestra infinita inteligencia: la primera es
que se debe al aprendizaje diario de cómo comportarnos, la siguiente idea es
que siendo predadores, aprendemos a usar los signos sociales para sobrevivir, y
entre los humanos empleamos esas habilidades
evolutivamente otorgadas, y la tercera hipótesis es que la domesticación
que se nos ha dado por años y años, ha moldeado nuestros cerebros y nos ha dado
pistas para comportarnos entre los humanos.
El Doctor Hare explica
además que la corteza prefrontal en perros domesticados es distinta que entre
canidos salvajes, esta área controla nuestras conductas agresivas, aunque si un
niño u otro perro nos ataca, nos defenderemos, no es que queramos ser malos, es
solo que no tenemos otra forma de defendernos. Pero mamá dice que esta misma
estructura entra en funcionamiento cuando alguien insulta a otro o si percibe
un ataque. ¡Hasta los grados académicos se olvidan!.
La revista de
mamá dice también que este especialista menciona que las especies sobreviven mejor
cuando encuentran a otros más inteligentes, es por eso que nos llevamos también
con los humanos, por entre más inteligentes sean ellos, mejores condiciones
tenemos nosotros y aprendemos más.
Yo he aprendido
en las últimas semanas a adaptarme a la ceguera, si quiero algo solo ladro y
mamá ha aprendido a que no es difícil saber lo que quiero, pues se reducen mis
necesidades a 4 cosas: quiero croquetas, quiero zanahorias (cortaditas en
pedacitos pequeños, por favor), quiero salir a mojar y abonar el pasto, o quiero
agua. Todos los demás mimos, ¡son siempre bien recibidos!.
También he
aprendido que la vida es el instante en que amas y eres amado. Es por ello que
Benny sigue entre nosotros, pues aunque el artículo no menciona a los Bennys,
yo creo que todo lo que este investigador ha dicho sobre los perros aplica a
los gatos. Son muy inteligentes, excepto que Benny no ha leído las notas de su
doctora, por que ella dijo que él tenía pocos días de vida, lo dijo hace más de
un mes, y él sigue aquí, disfrutando del cariño de todos.
Es así que humildemente me permito agregar algo
a la teoría del Doctor Hare: el amor nos hace mejores. ¡Y ejemplos hay muchos!,
como mi amigo Hachiko que vive en México y que se mueve en una silla de ruedas,
y para quien el mundo no ha terminado, si quieres conocerlo, dale click a este
vínculo: http://youtu.be/34Xs8WLTbvk.
¡Hachiko eres un
triunfador!, por que la vida no acaba cuando alguien más nos dice, sino cuando
nosotros decidimos. ¡Viva la vida!
Aquí les dejo la
referencia del artículo del Doctor de Duke, a quien le deseamos mucho éxito en
lo que hace, por que se ha ganado nuestro respeto.
Hutson, M. (2011) The dog in the mirror. Discover. Special issue: The Brain. 63-65
Si te gustó este sitio, puedes conocer un poco del trabajo de mamá en: http://www.almadzib.com
Para la versión en español, da click en la parte superior derecha
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